Antes de la existencia de los frigoríficos se conservaban las carnes y los pescados sin que se estropeasen haciendo ahumados y salazones. Entre las carnes saladas más prestigiosas está el jamón serrano, cuyos elementos de conservación son la sal, el aire y el tiempo, a veces con la ayuda del humo, del aceite de oliva y de vinagre.
En esta fórmula están todos los ingredientes básicos que se han usado durante milenios para conservar las carnes sin que se pudriesen en épocas en las que no había frigoríficos. Los ingredientes son bien sencillos: sal, aire y tiempo con unos extras: humo, aceite y vinagre.